lunes, 7 de junio de 2010

EMPRENDER LA LECTURA CAMINANDO: UNA CONDUCTA IMPACTANTE (2).

Como te prometí Juan Carlos, en este segundo apartado te voy a contar las circunstancias que me condujeron a madurar esta vocación mía de lectora y que tú encuentras tan divertida; realmente lo es: disfrutar de la música de mi mp4, acompañarla de un buen libro y caminar a ritmo ligero, verdaderamente es todo un ejercicio de maduración y una forma de ocio de lo más completa posible.

Te cuento: A la abuela le intervinieron una rodilla y le implantaron una prótesis. Tenía que guardar reposo. Tuve que encargarme de todo y apenas tenía tiempo para mí. Conseguía sacar un poco de tiempo y lo dedicaba a mi caminata diaria (ya sabes, subir y bajar el paseo del Emigrante).

Un buen día, mi hermana mayor, me regaló un libro, un código, que estaba muy de moda: la televisión, la radio, la prensa, todos, hablaban de la obra como algo excepcional.

Yo no tenía tiempo literal de leerla y no se cómo se me ocurrió  llevar el libro cuando iba a dar uno de estos paseos diarios.

En un momento del trayecto, abrí el libro mientras pensaba que estupendo sería que yo lo pudiera leer en ese mismo instante..

Efectivamente, comprobé con entusiasmo que mi vista no se detenía, que leía, y que, aunque hubiese instantes en que mi marcha pudiera emprender y distorsionar mi lectura, mi vista volvía nuevamente a la última palabra leída. 

Comprendí que estaba leyendo y no sólo gracias mis ojos, sino también gracias a mi cerebro. Aquello era estupendo y lo siguiente que pensé: ¿Podré acompañar a este maravilloso y estupendo entretenimiento con un poquito de música?. 

Al día siguiente lo comprobé, y fue estupendo. Pensé en todos los libros que aún me quedaban por leer y sobre todo en nuestro famoso Don Quijote, que no pude leerme en el Bachillerato porque lo consideraba muy pesado. 

Leí Don Quijote, Los Pilares de la Tierra, y muchos más disfrutando del sol, del aire, de los saludos de la gente con la que me cruzaba: todo fenomenal. 

!Por cierto!, no me gustó el famoso código y lo tiré a un contenedor de reciclaje del papel. Pero, había descubierto mi verdadera vocación, la de lectora.
 
Ahora, sobrino !hay que trabajar! para tener fuerza para sostener el libro todo el tiempo que queramos, para tener poco tiempo de esparcimiento y coger con ganas nuestro tiempo de ocio, porque una vez realizados, nos sentiremos más libres: !Hasta luego!.

Juana M.V.G.

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